Salida desde el Puerto Deportivo Tomás Maestre
El horario se adaptará, según las distintas estaciones del año,. a las 19:00, vuelta a las 21:00 pm. Navegación por el Mar Menor, para disfrutar de la puesta de Sol.
Con condiciones favorables de viento, la actividad se desarrollará navegando a vela.
Vivir la puesta de sol en el Mar Menor es sumergirse en una de esas experiencias que permanecen grabadas en la memoria para siempre. Desde el momento en que el barco se desliza suavemente sobre las tranquilas aguas de esta laguna única en Europa, se siente una conexión especial con el entorno. No es solo una excursión; es un viaje sensorial donde la calma, la luz y el paisaje se combinan para crear un instante mágico que pocos lugares pueden ofrecer de esta manera.
A medida que avanzamos, la brisa cálida acaricia el rostro y el sonido del agua rompiendo suavemente en el casco marca un ritmo relajante. El ambiente invita a desconectar, a dejar atrás el estrés y a centrarse únicamente en disfrutar el momento. El Mar Menor, conocido por su serenidad y sus tonalidades cristalinas, ofrece un escenario perfecto para este tipo de escapada. Su superficie casi plana, sin apenas oleaje, se convierte en un enorme espejo que refleja cada matiz del cielo al atardecer, creando una paleta de colores que evoluciona segundo a segundo.
La salida comienza cuando el sol aún está alto, permitiendo que los participantes contemplen el entorno natural: las islas volcánicas, los bancos de arena, los pequeños puertos costeros y la línea del horizonte dibujada con una claridad sorprendente. Con el paso de los minutos, el cielo empieza a transformarse; los tonos azules suaves se combinan con naranjas intensos, rosas delicados y violetas profundos, pintando un paisaje que parece sacado de un cuadro. Es entonces cuando la experiencia alcanza su momento más especial: el sol descendiendo lentamente hasta tocar la superficie del agua.
Durante este instante, el tiempo parece detenerse. Es habitual que los participantes guarden silencio de manera espontánea, absortos por la belleza del entorno. El reflejo dorado que se extiende sobre la laguna, la sensación de paz absoluta y el ambiente íntimo y acogedor del barco crean un escenario perfecto para disfrutar en pareja, en familia, con amigos o incluso en solitario. Cada persona vive la experiencia a su manera, pero todos coinciden en que el atardecer en el Mar Menor tiene algo diferente, casi terapéutico.
A medida que la luz se atenúa, el barco inicia un regreso pausado, permitiendo aprovechar cada último destello del día. La temperatura se vuelve más suave, el cielo se tiñe de tonos profundos y las primeras luces de la costa comienzan a reflejarse sobre el agua. Es el cierre perfecto para una experiencia que combina naturaleza, relajación y emoción. Una puesta de sol en el Mar Menor no se contempla: se vive, se siente y se recuerda. Y cada vez es única.